La conducta religiosa es quizá las más compleja que existe, y lo más difícil de estudiar. Involucra no sólo ritos, ideas y creencias que se remontan hasta los orígenes mismos de la humanidad, sino que además constituye la base misma de nuestra cultura. Esto significa que la religión ha definido lo que somos culturalmente, ha definido nuestro mundo tal como es hoy, ha establecido nuestras costumbres y, peor aun, ha estructurado una racionalidad cultural que es la que usamos para pensar. Desde que nacemos empezamos a formarnos como criaturas religiosas y a entender el mundo tal como la religión lo ha establecido. Es la religión la que nos da nuestro formato de razonamiento y la que ha estructurado nuestro mundo. Ahora bien, con estos formatos religiosos en la estructura del mundo, en la cultura y en nuestro pensamiento ¿cómo podemos estudiar "objetivamente" la conducta religiosa? ¿Acaso podemos pensar y ver el mundo de otro modo que no sea religiosamente? Por esto mismo, la ciencia naturalista fracasó en el estudio del mundo humano, y en particular, en el estudio de la religión o la conducta religiosa. Tanto así que se les ha estudiado muy poco realmente. Lo que se ha hecho es estudiar a las religiones como parte de la historia, y como un catálogo de mitos y tradiciones, comparándolas, clasificándolas, etc., pero no como un comportamiento humano que merece una explicación científica. Eso no se ha hecho. Es muy pertinente invocar en este punto, la advertencia que Kant hace apenas al inicio de su principal obra: "La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar a todas sus facultades".
La ciencia ha estado muy ocupada estudiando la naturaleza y el cosmos, al extremo que muchos consideran que tan sólo eso es ciencia. En consecuencia, disciplinas que se ocupan de los seres humanos en tanto criaturas complejas que conforman sociedades y culturas, no podrían ser ciencias. Esto es en parte cierto ya que resulta imposible eludir nuestras creencias para hacer ciencia sin religión, lo cual interesa poco o nada en las ciencias naturales, pero resulta sumamente gravitante en las ciencias humanas. En efecto, al estudiar la naturaleza y el cosmos, para nada importan nuestras ideas y creencias religiosas, pudiendo estar presentes sin afectarnos en la obtención de conocimientos, tal como ha ocurrido con diversos hombres de ciencia creyentes, que lograron enormes avances científicos. Newton, por ejemplo, fue uno de los científicos más fanáticos de la religión, pero eso no impidió que descubriera diversas leyes físicas fundamentales. Ni siquiera impidieron que Darwin admitiera las evidencias y llegara a contradecir las afirmaciones bíblicas respecto a la creación. En cambio la cosa cambia si de lo que se trata es de estudiar al hombre, su comportamiento social y su cultura. Con mayor razón si de lo que se trata es de estudiar sus creencias religiosas, y de entenderlas como productos humanos, pues definitivamente no son otra cosa más que productos de la cognición humana, transformados durante milenios de evolución cultural. ¿Por qué resulta tan difícil estudiarlos? Porque lo hacemos empleando nuestra racionalidad cultural. Como dijimos, es la cultura la que nos proporciona nuestra manera de pensar y entender nuestro mundo, y que justamente es un mundo hecho por los humanos siguiendo un pensamiento religioso. Es como una tautología que ha ido creciendo y aprisionándonos en su estructura circular. No podemos entender el mundo si no le encontramos un sentido, y ese sentido nos lo proporciona la cultura, la cual es una cultura religiosa. No hay, pues, forma de escapar. Es imposible que distingamos nada fuera de lo normal. Cuanto más pensamos, más nos damos cuenta de que todo está bien, todo está en su sitio: Dios debe existir y la religión también. Todo marcha como debiera. Los que no lo ven así son los que están un poco locos. Si hubiera algo fuera de su sitio sería porque no encaja con nuestra visión, y lo que haremos será perseverar para que el mundo siga siendo como lo concebimos. Esa es precisamente la misión de la cultura como estructura cognitiva social, destinada a configurar una misma realidad para todos los sujetos de una misma comunidad. Y eso es precisamente lo que nos impide hacer ciencia humana, pues la "objetividad" parece imposible. Pero tampoco es una solución hacer ciencia naturalista con el hombre, sólo para ganar esa objetividad, pues dejamos de estudiar al hombre real.
